CARTA

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lunes, 22 de agosto de 2016

LIBRO: LA PAREJA UN DELICADO EQUILIBRIO (PARTE 2)



Intenciones.

Para escribir  un libro sobre un tema puntual  es necesario desmenuzarlo con ojos propios, de lo contrario uno no escribe un libro, copia un libro.

Sólo de este modo es posible decir algo nuevo sobre lo ya trillado y consabido, aún a  sabiendas que probablemente despertará polémicas, dado que a la mayoría la intranquilizan las innovaciones y los cuestionamientos.

Por lo tanto he tratado al escribir, de escapar a la mera reiteración de lo ya aceptado o de lo ya prohibido en torno a la relación de pareja y volcar mis convicciones, plasmadas a través de más de treinta años de experiencia profesional en la atención de dicha problemática.

Intentaré a lo largo de estas páginas señalar, y quizá advertir, sobre la conveniencia de tener en cuenta las siguientes premisas:



·      Destacar la necesidad de ser  “individuo” antes de ser la mitad de una pareja.

·      Señalar los principales aspectos del vínculo sobre los que se manifiestan: al principio las afinidades y las atracciones, luego con el correr del tiempo y no siempre,  las sorpresas o las desilusiones, por último -- reitero que no siempre -- los conflictos.

·      Mostrar como el amor posesivo  estrecha las posibilidades de la pareja en cuanto a la búsqueda de una relación armoniosa que respete las libertades individuales, y advertir como luego, es ese afán posesivo el que crea el terreno propicio para que en él se manifiesten distintas formas de infelicidad.

·      Reconocer a la monotonía, a los hábitos reiterados y a la falta de creatividad, como  los factores que transforman el vínculo en una desapasionada rutina, insatisfactoria y distante de lo que fuera al comienzo de la relación.

·      Darnos cuenta que nuestras humanas posibilidades nos permiten concretar una relación       moderadamente feliz,  sin empeñarnos en la búsqueda de una relación ideal,  inaccesible a nuestras imperfecciones, advirtiendo que hablar de imperfecciones no tiene en este caso ninguna connotación enfermiza sino simplemente humana. Dejemos lo perfecto y lo ideal para los dioses que ya sabrán ellos que hacer con tales virtudes.

·      Reconocer la trascendencia que posee todo aquello que cada uno espera hallar al integrar una pareja, ya que la falta de concordancia en cuanto a estas personales expectativas,  hará que una misma situación compartida sea satisfactoria para uno e insuficiente para el otro.

·      Darse cuenta que en el amor, aunque abunden, de poco sirven las teorías, y que al no existir partituras es necesario aprender a tocar de oído.

·      Admitir que amar es comprometerse con la vida, con el otro y con uno mismo, y no ignorar los riesgos de eventuales sufrimientos, de los que no está exento el camino hacia la búsqueda de una relativa felicidad.

·      Señalar la hipocresía imperante en las reglas de juego  con que la sociedad restringe y sanciona el libre albedrío a la que dos personas tienen derecho a ejercer,  en cuanto al modo que hayan elegido para relacionarse entre sí.

·      Por último y si tuviera que condensar en una frase, el hallazgo que emerge como fundamental a través de mi indagación profesional en cuanto a la relación de pareja se refiere, elegiría decir (y trataré de ejemplificar tal afirmación)  qué: “la infelicidad es una consecuencia de nuestros propios miedos”.

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